Problematización del 15M

20 Feb

Eduardo Serrano nos ha hecho llegar el siguiente texto, que hemos comentado en el programa Qué es una victoria:

PROBLEMATIZACIÓN DEL 15M

Desde hace bastante tiempo algo importante no funciona. Pero parece que hemos necesitado que estallara la crisis económica, oficial desde el 2007-2008, para enterarnos del estado terminal de un modo de pensar, causa y efecto a la vez del fin de un periodo histórico. Si ya era notorio que no servían las soluciones, después empezamos a sospechar seriamente que la manera en que se siguen planteando los correspondientes problemas también ha dejado de tener validez.

Todo se precipita: la palabrería hueca y necia de los discursos oficiales ya no sólo trata de ocultar el desconcierto y anestesiar las inteligencias. Ahora presentan el criminal proceder en marcha a escala global como la amarga medicina que necesitamos.

Y mientras tanto todas las cosas convergen en una especie de venganza.

* * *

Leí en un pin prendido en el suéter de Ana: YA HA LLEGADO

Fue en mayo cuando brotaron millones de palabras que, ahora sí, nos conmovían (nos movían-con). También los cuerpos, modos de estar y moverse, conductas de todo tipo. La masa crítica fue alcanzada y nos escapábamos. “Estábamos dormidos. Despertamos”.

Todo se abrió. Acontecimientos que disparan el pensar. Intuiciones efímeras que alumbran ideas, que a su vez provocan otras ideas, se propagan, se entrelazan unas con otras. Interpelan a todos y cada una en su intimidad.

* * *

Necesitábamos una manera diferente de pensar y ahora empezamos a tenerla. Y no porque antes no existieran esas ideas y los conceptos que las estabilizan como herramientas mentales polivalentes, sino porque desde mayo las compartimos una cantidad suficiente de gente para que funcione por sí mismo, y, en consecuencia son conocidas y potencialmente eficaces para quien quiera. Y sobre todo porque ya es un pensamiento que se autogenera. De golpe muchas cosas se comprenden porque al mismo tiempo que evidencian la naturaleza de los problemas que en este momento si importan, proporcionan los medios para enfrentarse a ellos.

La no-violencia ha sido una buena arma política desde los tiempos de Gandhi; no es un invento reciente. Todos lo conocen. Pero eso es una cosa y otra el que una no-violencia específica y singular se ha actualizado aquí-ahora, apareciendo como acontecimiento crucial.

Primero fueron, efectivamente, los acontecimientos. Ciertamente importantes fueron los de plaza de Cataluña; pero también las situaciones a las que se aludía desde multitud de soportes, formando parte de una cultura no violenta:

«Violencia es cobrar 600 €»: ¿que es la violencia?, ¿Quien la ejerce?, ¿Cómo se produce, se gestiona, se oculta?

«No somos violencia, somos la verdad que duele»: desafío fuerte el que aquí se lanza, como un eco persistente de los sucesos del 27 mayo; demoledora expresión de un conflicto social que ahora se agudizaba y generalizaba, cabalgando sobre el rechazo a la violencia.

«Únete madero, tú también eres obrero»: versión de un clásico que disuelve la consideración del otro como enemigo a partir de una condición común obvia.

«Violencia es cuidar sola al abuelo con Alzheimer y no poder venir a Sol»: en paralelo al monopolio jurídico de la violencia por parte del Estado existe una violencia propia de la sociedad anónima del capital que aprisiona en sutiles pero eficaces celdas a millones de individuos.

«Aprende a resistir la violencia que hay en ti y fuera de ti»: la reflexividad subjetiva como condición ética, cuestionando la separación estanca de lo que ocurre dentro y fuera de mi; esta autolimitación expresa el pliegue de mi poder sobre mí mismo, implícito en otra expresión afortunada, la de la palabra «respeto», utilizada como título de lo que antes se conocía como servicio de orden, ahora radicalmente transformados por la virtud de este término.

A partir de estos ejemplos es posible comprender los disparadores mentales que se han expandido y desarrollado desde el 15M. Para ello aprovecharé las observaciones de G. Deleuze y F. Guattari en su último libro ¿Qué es la filosofía?1 (especialmente los capítulos dedicados al concepto y al plan de consistencia):

El acontecimiento como ruptura, como novedad radical, tiene en estas expresiones un vector de propagación y replicación. En cierta manera podrían compararse a algoritmos cibernéticos que configuran modos de pensar, pero a diferencia de éstos no definen rutinas sino que desencadenan la creatividad en relación con situaciones concretas. Son acontecimientos virtuales que expresan (es decir, los muestran haciéndose, provocan) acontecimientos reales2.

Son herramientas. La verdad de la herramienta es la acción. Es en su acoplamiento activo con otras cosas cuando brota el movimiento y comprendemos la razón de su existencia, no antes. Entonces ¡zas, lo captamos! Quien dice ¡tengo una idea! dice ¡tengo una llave! Porque de hecho algo se abre.

Para Sánchez Ferlosio el concepto permite entrar en múltiples ámbitos de conocimiento3, y al establecer relaciones entre ellos posibilita operar con grandes bloques de información (como ilustra magníficamente el Mapa conceptual de no-violencia del 15M4).

Su validez se deriva de los problemas a los que dan solución. Esto se aprecia claramente en el papel que la no-violencia tuvo en varios momentos difíciles. Pero también ha sido decisivo para alcanzar la masa crítica social que permitió superar el carácter minoritario de las protestas, manifestaciones y acampadas; y animando a que muchos activistas se deshicieran de sus limitaciones ideológicas, arrastrados por un movimiento que desde el principio fue anónimo. Un anonimato que aparece como condición para que camine sobre sus propios pies: automovimiento.

No obstante la relación que aquí se establece entre problema y solución es más compleja. Es cierto que se resuelven muchos problemas, pero a la vez se abren otros. Al alumbrar o abrir las correspondientes problemáticas no-violencia desvela la falsa solución del discurso habitual mostrando la gran complejidad de la conflictividad social (reducida y simplificada hasta la caricatura en forma de dicotomías moralistas).

Desencadenan transformaciones en nuestra subjetividad. A partir de ahí las transformaciones exteriores serán producidas por un agente previamente transformado, nosotros mismos. El problema que resuelven está en nosotros al descubrirnos que podemos hacer algo impensable antes; en ese momento también nos descubrimos como factores de ese cambio, porque nosotros mismos hemos cambiado: nos inventamos. Ese acontecimiento es a lo que G. Deleuze llama transformación incorporal, cuya expresión estable y compartible es el concepto, un conocimiento muy íntimo y al mismo tiempo de muchos, es decir común. No tiene que ver con la verdad/falsedad, sino con el sentido, con la consistencia, sensiblemente percibida, de una trama de relaciones que nos concierne profundamente porque la estamos construyendo. De ahí su contraste con los discursos dominantes, tan ajenos y carentes de interés, palabras marchitas que nada dicen, que nada mueven.

Violencia y No-violencia se enriquecen con nuevos sentidos. Al mismo tiempo y con significados más o menos próximos surgen o se expanden expresiones como Respeto, Sin miedo, Juntas podemos. Los significados de otras están más alejados: Consenso, No-representación, Vamos lento porque vamos lejos, No somos mercancías, etc. Conjuntamente son parte de un continente nuevo del pensamiento que se abre ante nosotros, nociones comunes que: 1) expresan un acontecimiento: el 15M; y 2) responden a un problema: todo lo relacionado con la crisis terminal del capitalismo que conocemos y con sus límites físicos.

De esta manera el 15M aparece claramente como un problema-solución. Y como tal es un objeto virtual5 colectivo (el colectivo de los y las cualquiera, o mejor, de las y los quienquiera, de quienes quieren-desean el 15M).

En la medida en que esté emergiendo una formación histórica nueva existirá un suelo epistémico, preconceptual (que más o menos se corresponde con el plan de consistencia del que hablan Deleuze y Guattari), que tal vez pueda entenderse como el medio que posibilita y condiciona un particular modo de pensar, justo el que necesitamos: eficacia interior o expresiva, y eficacia exterior en la resolución de nuestros problemas.

Por lo tanto no vasta con aplicar las ideas y conceptos ya formados o crear los que necesitemos, pues también nos enfrentamos con un problema de otro orden: precisamente como seguir alimentando nuestro suelo epistémico de tal manera que alumbre un pensamiento vivo, en continuo movimiento, y por tanto capaz de superar sus propios bloqueos.

* * *

Los datos y condiciones de un problema conforman un espacio dinámico donde tiene lugar el pensar, un campo problemático (que se corresponde con lo virtual antes mencionado) al que corresponden múltiples posibles soluciones (o actualizaciones). Hay, por tanto, dos situaciones diferentes cada una con una temporalidad propia: el proceso problematizador, en que los elementos del problema entran en interacción; y el momento en que aparece una solución como acontecimiento-actualización: ideas y conceptos que para cada formación histórica se expresan de un modo diferente. (Así habría que considerar seriamente las ocurrencias verbales que ahora aparecen con una abundancia superlativa en forma de tuits, además de las ya conocidas en carteles, canciones, textos, posits, etc.; y eso tanto en los contenidos como en el modo de expresarlo).

¿Qué significa problematizar? Problematizar responde conceptualmente al problema de cómo ser creativos en el superproblemático contexto actual, cuando nuestro modo de pensar se muestra crecientemente inadecuado para comprender lo que sucede (“Error del sistema”). Forma parte de una manera de pensar aplicada a asuntos concretos e igualmente al mismo pensamiento (autorreflexión), un modo muy diferente al usual.

En una situación de extrema incertidumbre, cuando se carece de guías procedimentales o de criterios estables ya formados previamente no hay mejor opción que pegarse a la piel de lo que acontece e ir resolviendo los problemas sobre la marcha. Eso implica inventar, tanto los problemas (es decir plantearlos) como las soluciones. El hacer problemático es lo opuesto a la pretensión de con-formar la realidad de acuerdo con un teoría previa y distante (distancia de lo universal respecto lo particular). Aprender de las criaturas, no que éstas aprendan a comportarse.

Desde luego no es una receta guay: un malestar intenso le precede, un malestar que puede mutar en pasión creativa. Nada fácil, poco que ver con la felicidad.

La irreductible singularidad de los casos y la no-linealidad de los procesos conduce a desconfiar de los modelos y protocolos. El método se construye a la vez que su objeto, los medios devienen fines y viceversa. Pero de esto no se deduce rechazo a los saberes expertos, sino la necesidad del arte para componerlos en un nivel superior, más exigente.

Como se ha dicho la problematización implica una multiplicidad de datos y criterios en interacción, una especie de ecosistema-pensamiento con múltiples soluciones-actualizaciones. Pero también una multiplicidad propia del sujeto que piensa problemáticamente (multiplicidad del inconsciente como máquina fundamental y de lo social que se extiende hacia el pasado y profundiza en el presente). Desde el momento en que hay sujetos diferentes, cada cual localizado en un tiempo y un espacio distinto, habrá problemas-soluciones también diferentes, todas igualmente válidas en cuanto respondan a cada situación. El objetivo genérico de encontrar una solución se pone así al servicio de un meta-objetivo más importante: la maduración de subjetividades, individuales y colectivas, capaces de plantear y resolver sus propios problemas.

Una pregunta entre muchas: ¿cómo pueden operar los muchos sin jefes, sin centros de dirección y gestión, sin estructuras  organizativas? Nuevos conceptos: redes distribuidas, enjambres, estigmergia6 …

El calificar este pensar como inclusivo (aunque eso sea relativo, como se argumenta más adelante) apunta a que desde la perspectiva meramente conceptual se usa con profusión el operador lógico conjunción (denotado por la partícula gramatical Y), rechazando el imperio del operador disyunción excluyente (O = o A o no-A): «quítate tú pa ponerme yo».

Lo que no interesa es que las múltiples voces, posturas, factores que pueblan el espacio problemático, tenga este como referente una situación sociopolítica o sea constitutivo de una cierta manera de pensar, cristalicen en una dicotomía bipolar, porque entonces el problema se encierra en sí mismo.

La conjunción es también autorreflexiva al englobar, en un nivel conceptual más potente, la disyunción exclusiva como operación lógica legítima, aunque provisional: la dualidad como paso preparatorio de la multiplicidad7. La superación del pensamiento dicotómico es cuando aparece un elemento extraño (de otra naturaleza) que tercia entre los polos de la oposición binaria, destruyéndola o escapándose de ella: «Ni cara A ni cara B”. Un caso, entre muchos que están surgiendo, es el del concepto de propiedad común o procomún, que no es propiedad pública ni propiedad privada, y que además demanda repensar lo que entendemos como propiedad.

La problemática de lo virtual reclama una solución, la actualización. La relación entre actual y virtual no es la misma que la que tienen real y posible. Donde empieza lo real acaba lo posible (temporalidad cronológica). Real y posible se relacionan mediante la disyunción excluyente: real O posible. En cambio actual y virtual coexisten como dos modos o dimensiones de lo real8; lo virtual es lo otro íntimo e inmanente de cualquier cosa real-actual. Actual y virtual es otro modo de expresar que para la problematización no hay separación entre el problema y la solución, y que ésta es también un problema.

Pero esto no supone obviar el problema de lo disyuntivo-excluyente al limitar su alcance a operaciones abstractas; la inclusión, como correlato social y político de la conjunción, significa que el conflicto no es rechazado, que debe ser reconocido como parte sustancial del problema, e incluso ocasión para la creatividad. Es todo lo contrario de un buenismo.

No se trata de sustituir el modo de pensar dominante, sólo de problematizarlo, relativizando sus certezas y forzándolo a admitir otras maneras de pensar, terminar con su dominio e incluirlo en un contexto más vasto y ambicioso. “Prisa y definición son nuestros enemigos9”. (Y sin embargo necesitamos también de las definiciones). Se lucha contra un sistema, una situación, una temporalidad ajena… una definición, la que le viene bien a la mentalidad competitiva: «todos contra todos».  Remedio para la impotencia del solo individuo que únicamente se relaciona con y a través de mercancías. De @agadalia: “hace 3años quería un ipod, hace 2 un iphone, el año pasado un ipad. Este año quiero acabar con el capitalismo´ (no recuerdo autor)».

Procesos no programables, fuera de la temporalidad, cada vez más frenética del capitalismo. El grito punk «no-futuro» contiene toda la potencia del tiempo que es el que ahora se está inventando por una juventud «sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo». Duración sin prisas para que surja lo por-venir: así se busca con ahínco en las asambleas del 15M hacer efectiva la idea del consenso como máximo común múltiplo (máxima multiplicación del común) en vez del consenso como máximo común divisor. Junto a lo real y a lo posible surge una tercera opción, lo imposible-posible, lo imposible como posible.

Si en toda producción inventiva necesariamente se dan momentos de radical indeterminismo, burbujas de caos (problematizaciones) que deben ser sabiamente gestionadas, eso también se produce en los procesos comunicativos10, en el seno de lo que podría denominarse circulación de las ideas y demás productos de las actualizaciones del pensar. Los podemos aprovechar, o incluso suscitar, como huecos para la creatividad indeterminista, tanto en la producción como en la circulación.

De esta manera se cancela la separación entre ambos procesos: la circulación en el seno de la multitud deviene producción social de pensamiento; y a la vez la producción es también de circulación, es autoproducción. Así es el 15 M.

Eduardo Serrano también ha publicado, en este mismo blog, Mapas y palabras.

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